Una vez más, participé en un maravilloso concierto que ofreció mi coro, el Berliner-Oratorienchor. En esta ocasión cantamos en la catedral de Berlín, un marco ideal para las cuatro orquestas que Berlioz previó para su Requiem, apostadas en los extremos de la nave, orientadas, como deseaba Berlioz, a cada uno de los puntos cardinales.
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